1 DE MAYO. SE CAMBIA ALCOY POR PORTMAN

SALIDA AGRIDULCE.

Bueno Pepe, yo calificaría la salida del sábado como agridulce.
Dulce por la buena salida que Eugenio nos preparó por Calblanc, donde nos llevó por sendas, trialeras y caminos de puro mountain bike. Hizo una mañana esplendida, amaneció chispeando en la zona pero pronto paró, lo que dejó el terreno en unas condiciones idóneas para realizar la tan esperada ruta. Alfonso, Vicky, Antonio, Tomás, Eugenio, Edu, Ángel y Paco fuimos los “afortunados” en desplazarnos hasta tierras murcianas. Hora de salida, muy pronto, a las siete. Con las furgonetas y coches nos encaminados hacia Portman, lugar de salida de la ruta. Después de un café rápido, sobre las nueve empezamos la ruta; ya no llueve y tampoco hace frío, pero se queda en el ambiente una humedad bastante elevada, la cual junto a las diversos tramos ascendentes nos hizo sudar de lo lindo. Pronto nos adentramos en el parque natural de Calblanc donde Eugenio marca el ritmo, bastante más lento de cómo acostumbra él, y tras él, los demás, con continuas subidas, que nos hacían apretar los dientes, y bajadas, que disfrutábamos manejando las bicis con la elegancia que cada uno podía derrochar, por trialeras y caminos. Íbamos parando para ir recuperando y para disfrutar de las vistas que nos ofrecía el entorno, donde aprovechábamos para hacer algunas fotos y donde Antonio contaba algún que otro chiste, síntoma inequívoco de que le gustaba la salida. Tuvimos alguna que otra subida exigente, como la de antes de llegar a los molinos o la que nos llevaría a los cañones, que nos hizo subir las pulsaciones a lo más alto, muy exigente y a la vez muy bonita ya que una vez que llegas arriba las vistas son espectaculares, donde se ve toda la costa, lástima que las nubes presentes no nos dejaran descubrir todo el esplendor del paisaje. Mereció todo ese esfuerzo para llegar hasta allí arriba. Tan espectacular como la trialera de bajada de los molinos, muy técnica y peligrosa por las numerosas piedras sueltas y por la excesiva pendiente en algunos tramos.
Pero como he dicho al principio la salida me pareció agridulce.
Agria por el desafortunado incidente que tuvimos. Ya de regreso hacia Portman, para dar cuenta en el bar del arroz negro que habíamos encargado, con la satisfacción de haber pasado una mañana magnífica de deporte, de aventura, de superación, de esfuerzo…, y con el buen sabor de boca que la ruta, que nos había preparado Eugenio, nos estaba dejando, llegó el incidente que marcó la salida. No se que pasó, o no se porque tuvo que pasar o no me explico porqué tuvo que pasar, el caso que en un momento, donde realmente íbamos bastante deprisa Eugenio y Alfonso juntan tanto sus bicicletas que acaban perdiendo el equilibrio. Primero Eugenio y después Alfonso tras ser alcanzado por Paco caen al asfalto, yo que voy detrás de Paco, aún no se como pude esquivarlos y tirarme hacia la cuneta donde pude parar con ayuda de un seto, por suerte también Vicky pudo parar a tiempo y esquivar el accidente. Detrás, los demás fueron parando los vehículos que se acercaban. Vaya panorama, Paco, quejandose de la cadera que no podía moverse, a Eugenio, bastante magullado por el golpe y el arrastrón por el asfalto y Alfonso, que sufrió algún golpe que otro en el hombro y en el culo fue, por suerte, de los tres el que menos daño tuvo. Tras unos momentos de nerviosismo y de incertidumbre, pienso que todos reaccionamos correctamente. Se llamó a una ambulancia para llevar a Eugenio y a Paco a un centro de salud cercano, los acompañaría Edu, mientras Tomás y Antonio se quedaron en el lugar del incidente custodiando las bicicletas y Vicky, Alfonso, que se encontraba bien, y yo fuimos hacia Portman para recoger los vehículos. Tras recoger a Tomás y Antonio, y echar todas las bicicletas nos dirigimos a Cartagena, al hospital, ya que del centro de salud los habían enviado allí para hacerles algunas pruebas. Personalmente me asusté bastante por ellos ya que me temía lo peor. Dicen que los toreros son de una pasta especial o algo así, pero que va, no solo los toreros, estos dos también tienen algo especial, bueno Alfonso también, que no se quejaba (aunque llevaba la pulsera y eso quita mérito). De verse como estaban los dos, vendaos, en sillas de rueda, allí esperando en urgencias para las pruebas y oírles decir, con buen ánimo, como sino hubiera pasado nada, pensando en la próxima salida. La verdad, que a mí me disteis una lección de entereza y de saber estar como nadie, así que no penséis que la caída ha sido en vano, aunque si leéis esto seguro que pensareis: haberte caído tú, maricón. Al final nuestros temores de que los daños fueran más graves de lo que pensábamos se desvanecieron salieron del hospital. Unos cuantos días de reposo, en el taller de chapa y pintura y listos.
De esta salida, me quedo con el buen hacer de Eugenio, que se prestó a enseñarnos la ruta y el compañerismo que todos demostramos en tales circunstancias. Enhorabuena a todos y espero que pronto, sino lo han hecho ya, se recuperen los lesionados.